Excelentísimos e Ilustrísimos Sras. y Sres.:
Me gustaría agradecer, en primer lugar, al duque de Fernández-Miranda que me propusiera para sucederle al frente de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España y Títulos del Reino.
También quisiera mostrar mi agradecimiento a todos los consejeros que, generosamente, han dado de manera unánime su apoyo a dicha propuesta y, como no puede ser de otro modo, a todos los aquí presentes y a los que con la delegación de su representación han apoyado mi nombramiento como nuevo Decano. Mi más sincero agradecimiento pues, a toda la Asamblea, por su confianza.
Asimismo, quiero expresar mi reconocimiento a la labor que ha desempeñado en la Diputación, durante estos años, el duque de Fernández-Miranda primero como consejero, en el Consejo del conde de Elda y en el del duque de Híjar y, posteriormente, como nuestro Decano. Cabe destacar, en su mandato, la apertura de la Diputación a los diversos territorios de la geografía española a través de la celebración de distintos actos en las principales ciudades de España, así como el impulso de las nuevas tecnologías y de las actividades dirigidas a los jóvenes que forman parte de nuestra corporación.
Actividades cuya importancia comparto y que, sin duda, continuaremos impulsando desde el Consejo con vuestro apoyo.
Asimismo, me gustaría hacer extensivo este agradecimiento a los consejeros que a lo largo de estos años le han acompañado como el marqués de Oreja, el marqués de la Solana, la baronesa de Tamarit o la marquesa de Foronda con los que he tenido el privilegio de compartir Consejo. Y, en especial, a los que hoy serán relevados por nuevos consejeros, la condesa de Gisbert, el marqués de Valtierra y el duque de Linares que han impulsado, a sus órdenes, las funciones y actividades de la Diputación con gran acierto y dedicación.
Y también como no, a todos los decanos y consejeros que han dirigido la Diputación a lo largo de su historia, sin cuya contribución no habría alcanzado su actual relevancia.
Es para mí un verdadero honor y un privilegio haber sido elegida para prestar este servicio a España y a la Corona, al mismo tiempo que supone una enorme responsabilidad de la que soy muy consciente. Por ello, no escatimaré ningún esfuerzo ni dedicación para desempeñar el cargo de la mejor manera posible.
Afronto esta tarea con ilusión y con el espíritu abierto y renovador que S.M. el Rey D. Felipe transmitió en su discurso de proclamación el 19 de junio de 2014 y que nos invitó a seguir en las palabras que nos dirigió con motivo de la recepción por el bicentenario de la fundación de la Diputación en el Palacio Real del Pardo el día 16 de junio de 2015.
Y ello, siempre desde la gratitud y el respeto a S.M. el Rey D. Juan Carlos que cimentó de manera tan sólida la monarquía parlamentaria de la que ahora disfrutamos. Un agradecimiento que también me gustaría hacer extensivo a toda una generación hoy aquí presente, por haber hecho posible una de las etapas de mayor prosperidad y concordia de la historia de España.
Como todos sabéis, España vive tiempos difíciles en todos los ámbitos, y los asuntos que son competencia de esta corporación no son una excepción. La Monarquía como institución, está siendo objeto, en los últimos años, de duros ataques por parte de determinados sectores. Y ello, precisamente, debido al significativo papel que la Corona desempeña en nuestra sociedad y en nuestro ordenamiento jurídico, como símbolo de la unidad y permanencia del Estado y como garante de la Constitución.
Unos ataques que, en algunos casos, proceden de instituciones relevantes e incluso, en ocasiones, de otros poderes del Estado y que se han llegado a materializar en la figura de S.M. el Rey D. Felipe, lo cual resulta insólito tomando en consideración que nunca antes un monarca accedió a la primera magistratura del Estado en virtud de lo establecido en una Constitución refrendada de manera mayoritaria por los españoles. Un Rey que se ha atenido de manera escrupulosa al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas, asumiendo la tan elevada tarea de arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones de nuestro país, siempre en defensa del interés general.
Del mismo modo, el revisionismo indiscriminado del que la historia de España está siendo objeto ha hecho que dichos ataques se hayan dirigido, recientemente, a la propia nobleza titulada.
Serán, por lo tanto, muchos los retos que tendremos que afrontar en los próximos meses y años. En este sentido, desde la Diputación debemos tratar de realizar una labor de defensa efectiva de nuestros intereses y posición. Y para ello, debemos: permanecer unidos, para lo cual resulta esencial que nos fijemos en las cuestiones primordiales que nos competen y preocupan y no en las cuestiones accesorias; honrar los títulos que ostentamos, ya sea como sucesores de los que un día merecieron la dignidad nobiliaria o, como en el caso de algunos de vosotros, como portadores del título que personalmente habéis recibido. Para ello, es preciso ser conscientes de lo necesario de la ejemplaridad de nuestros actos y de nuestro comportamiento y, no perder de vista, en ningún momento, los ideales que constituyen nuestra razón de ser. Es decir, nunca debe decaer, ni quedar postergado, nuestro espíritu de servicio y lealtad a la Corona.
Y digo esto sabiendo de vuestra generosidad, lealtad y sentido del deber, que han sido una constante a lo largo de la historia en las personas de los Grandes de España y nobles titulados que hoy representáis.
Por todo ello, desde la gratitud y admiración a S.M. el Rey D. Felipe VI por su temple, capacidad de sacrificio y sentido del deber, así como por la lealtad que ha demostrado a todos los españoles en las situaciones tan complicadas que ha tenido que afrontar desde su proclamación y desde el convencimiento más absoluto de que continuará guiándonos con el acierto con el que lo ha venido haciendo en esta nueva etapa de la historia de España; os animo a que, desde la lealtad inquebrantable a la Corona, sigáis contribuyendo al desarrollo y progreso de España, así como a la defensa de nuestra monarquía parlamentaria.
Muchas gracias.
María Cristina de Ulloa y Solís-Beaumont
Duquesa de Arcos