HOMENAJE DE LA GUARDIA REAL A LA DIPUTACIÓN DE LA GRANDEZA DE ESPAÑA EN SU BICENTENARIO

GUARDIA REAL BICENTENARIO

 

Alocución del Coronel Jefe de la Guardia Real don Ramón Álvarez de Toledo y Álvarez de Builla, Conde de Santa Olalla, en el acto de homenaje de la Guardia Real a la Diputación de la Grandeza de España en el bicentenario de su fundación; con el nombramiento de Alabarderos de Honor a diversas personas, y asistencia de representantes del Real Consejo de las Órdenes Militares, Reales Maestranzas de Caballería, Soberana Orden de Malta y otras entidades.
Acto celebrado en el cuartel de la Guardia Real en El Pardo el 25 de septiembre de 2015, bajo la presidencia del Vicealmirante Segundo Jefe del Cuarto Militar de Su Majestad el Rey.

 

Almirante,

Excelentísimos señores Presidentes y miembros de las Ordenes y Maestranzas Militares y de la Diputación de la Grandeza,

Señores Alabarderos de Honor, Oficiales, Suboficiales, Guardias Reales,

Señoras y señores:

Muy buenos días y bienvenidos a la Guardia Real.

Quiero en primer lugar agradecer la asistencia a este sencillo acto a todos los presentes, y de una manera especial al Duque de Noto, quien conoce muy bien esta Unidad, pero es la primera vez que lo hace como Presidente del Real Consejo de las Ordenes Militares. Se han cumplido 10 años del hermanamiento de la Guardia Real con las Ordenes Militares de Caballería de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa,  y desde ese día  pende en el guión de la Unidad  la corbata del Real Consejo,  que fuera impuesta por el entonces Presidente, el Infante Don Carlos de Borbón Dos Sicilias. Señor, le ruego traslade a su padre un saludo muy cordial de todos los Guardias Reales.

Todos los años la Guardia Real agradece la colaboración de aquellas personas que, de forma individual o por el cargo que ostentan, han contribuido a la mejora del funcionamiento de la Unidad.  El nombramiento de “Alabardero de Honor” tiene la finalidad que estas personas queden vinculadas  de por vida a la misma. Damos la enhorabuena y la bienvenida a don Juan Sunyé Mendía, que ha ejercido su función de diplomático en Copenhague, Nueva York y Bonn, y con quien, en la actualidad como Primer Introductor de Embajadores, mantenemos una estrecha relación con motivo de los actos, escoltas y caravanas que se organizan en las visitas de Jefes de Estado a España y las presentaciones de las Cartas Credenciales de los nuevos Embajadores a S.M. el Rey; doña Alicia Pastor Mor, Gerente del Consejo de Administración del  Patrimonio Nacional, que tan eficazmente ha resuelto nuestras peticiones de apoyo y colaboración, y a don Nilo Fernández Ortiz, Delegado de Patrimonio en los Palacios de La Granja y Riofrio, que con tanto entusiasmo y entrega nos ha atendido siempre.

La Grandeza de España es la máxima dignidad de la nobleza española y la más alta de su clase de toda Europa. Aunque tiene su origen en la monarquía visigoda, se considera como año de su creación el de 1520, en que fue coronado el Rey Carlos I como Emperador del Sacro Imperio Románico Germánico, y año de de la guerra de las Comunidades de Castilla contra su persona, defendida en gran medida por los nobles, quienes fueron recompensados por el Emperador distinguiéndoles como miembros de la denominada Grandeza de Inmemorial. La Diputación de la Grandeza, en la que se reúnen todos los títulos nobiliarios de España, nació hace 200 años, cuando el Rey Fernando VII solicitó de los Grandes de España una aportación económica para contribuir al tesoro público, que se encontraba completamente agotado. Y la respuesta no pudo ser otra, se constituyeron en junta y expresaron. “que cuanto tienen, valen y poseen, y hasta sus mismas personas, están, uno y otro, al servicio del Rey y de su Patria”. Y ese ejemplo de entrega de vida es el que han querido llevar hasta nuestros días. Así se lo expresó su actual Decano, el duque de Hijar, al dirigirse a SS.MM. los Reyes, en la recepción del pasado 16 de junio con motivo del bicentenario de su fundación, con las siguientes palabras: “Los títulos que están aquí presentes, Señor, constituyen una parte de historia viva de España, pues llevan los nombres de las personas que vuestros antepasados decidieron destacar y poner como ejemplo de servicio al bien común desde la Edad Media,  y estamos obligados por ello a la ejemplaridad y a la autoexigencia”. Señor Decano, supone un gran orgullo para todos los Guardias Reales saber que la bandera que custodiamos a diario en el Palacio de la Zarzuela, se encuentra depositada en la sede de esos hombres y mujeres cuyo sentido de vida está inspirado por la lealtad constante  a la Corona y un desinteresado servicio a España.

Hoy también nos acompañan los representantes de las diversas Órdenes  Militares que hay en España, como herederos de aquellos monjes-soldados que lucharon en Palestina y en las guerras hispánicas contra el islam, y que los diferentes Papas dieron siempre el carácter de cruzadas.

La Orden de Calatrava tiene su origen en el castillo del mismo nombre, en Ciudad Real, en el que un grupo de monjes y guerreros se organizaron como orden religiosa del Cister, y entre los rezos de unos y el combate de los otros, consiguieron defender la frontera en esa zona de las invasiones musulmanas. Jaime II crea en 1317 una nueva Orden Militar, Montesa, que se reparte con la de Calatrava las posiciones templarias  en el reino de Aragón. En el reino de León se instituyó la Orden de Alcántara, y en el noroeste, la de Santiago, para la protección de los peregrinos que iban al sepulcro del Apóstol. Todas ellas tuvieron una actuación muy destacada en la batalla de las Navas de Tolosa y en la conquista de Extremadura y Andalucía.

El origen de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta,  se remonta al año 1.084, cuando mercaderes de Amalfi fundaron en Jerusalén un hospital de peregrinos. Sus miembros adoptaron la regla de San Agustín, el manto negro y una cruz de paño blanco con ocho puntas en representación de las bienaventuranzas. En 1310 se instaló en Rodas, combatiendo en las batallas de las cruzadas, y 200 años más tarde le fue concedida la isla de Malta con la intención de proteger el Mediterráneo de la avanzada otomana. Su historial se resume en más de 900 años de servicio, en apoyo a sus hermanos los pobres y los enfermos.

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén tuvo sus inicios con un selecto número de caballeros que, durante la Primera Cruzada, asistieron a los canónigos en la custodia de los Santos Lugares. Participaron en la conquista de Tiro, Damasco y San Juan de Acre e intervinieron en numerosas batallas durante la época de la Reconquista, así como en el rescate de numerosos cautivos cristianos de manos musulmanas.

Por iniciativa del Rey Felipe II, se creó la primera Real Maestranza de Ronda, en la que se determinaba que se reunieran jóvenes nobles entusiasmados en luchar por su Patria para constituir una cofradía y poder celebrar justas, torneos y ejercicios militares, consiguiendo de esta manera obtener fuerzas bien preparadas y disponibles del Arma de Caballería. Siguieron esta  iniciativa Sevilla, Granada,  Valencia y Zaragoza. De reciente creación es la Maestranza de Caballería de San Fernando, fundada por personas descendientes de laureados  con motivo del fallecimiento del último militar laureado en España.
La Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, orden de caballería constituida en el siglo XVI con el patrocinio de la Iglesia Católica, debe su nombre al Emperador Constantino, su emblema es una cruz y su lema es “con este signo vencerás”.

El Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid nace en el período de la ilustración, reinando Carlos III, para estructurar los empleos del Ayuntamiento en un estamento colegiado y agrupar institucionalmente a la nobleza de Madrid. La Real Hermandad de Infanzones de Illescas tiene su origen en tiempos de Sancho IV de Castilla, vinculando sus servicios al Rey y a la ya entonces Villa Imperial.  A mediados del siglo pasado se constituyeron dos nuevas órdenes en Toledo, los Caballeros del Santo Sepulcro y los del Corpus Christi, con la finalidad de conseguir el resurgimiento de las más características tradiciones toledanas, dando a las fiestas de Semana Santa y el Corpus la celebridad que se merecen.

El 31 de agosto de 1811, cuando España se abatía en una desigual lucha contra el invasor francés y parte de sus fuerzas se encontraban sitiadas en la isla de León en Cádiz, las Cortes aprobaron allí mismo la creación de la Orden de San Fernando, buscando un remedio para elevar la decaída moral de los Ejércitos. Su máxima recompensa, la Cruz Laureada, ha servido para reconocer los hechos heroicos cometidos por miembros de nuestros Ejércitos en las sucesivas acciones de guerra en las que ha intervenido, y es considerada a nivel mundial como la recompensa más difícil de obtener, debido a las exigencias que se imponen para su concesión y a la necesidad de superar un complejo juicio contradictorio. Sirva de ejemplo el sacrificio del Cabo del Regimiento de Príncipe, don Luis Noval Ferrao, que ofreció su vida en la campaña de Melilla para salvar la de sus compañeros, cuando alertó a la guarnición de que el enemigo trataba de engañarles para penetrar en ella, y pidiendo que disparasen sobre él y el grupo que le rodeaba, para así impedir que lo lograsen. Al día siguiente encontraron su cadáver con el fusil sujeto fuertemente entre sus brazos, el cuchillo-bayoneta ensangrentado, y junto a él, los cadáveres de dos moros. En la Plaza de Oriente se levantó un monumento en su recuerdo, iniciado por mujeres españolas, que dice: “Patria, no olvides nunca a los que por ti mueren”. Las Ordenes Militares, las Corporaciones Nobiliarias, la Asociación de Hidalgos y la Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil que hoy nos acompañan, nos ayudan a todos los españoles a recordar nuestra rica historia, repleta de hechos heroicos de personajes ilustres que lo dieron todo por los demás. “Patria, no olvides nunca a los que por ti mueren”.

Como se dirigía el Gran Duque de Alba a sus hombres, mis señores soldados, así me dirijo yo a vosotros, mis señores Guardias Reales. Os animo que cumpláis con auténtica nobleza vuestro cometido de custodios del Primer Español, porque la nobleza implica obligarse a sí mismo. Ante vosotros se encuentran los herederos de personajes clave en la historia de España,  descendientes de nobles y laureados, llevan dignamente los nombres de sus antepasados y buscan en ellos inspiración y ejemplo, sienten la responsabilidad de mantener siempre una intachable conducta de caballero, y la sangre que portaron sus mayores, es la que les impulsa a darlo todo por su servicio a España con una inquebrantable lealtad a la Corona. Sienten auténtico orgullo de su pasado. El mismo que sentirán vuestros hijos cuando digan con gran satisfacción: “Mi padre fue Guardia Real de los dos mejores Reyes que nos ha dado la historia de España”.
TENIENTE CORONEL JEFE DE LA AGRUPACIÓN, MANDA FIRMES.
GUARDIAS REALES
CABALLEROS Y DAMAS MIEMBROS DE LAS REALES ORDENES MILITARES Y LA GRANDEZA
bajo  la advocación de San Francisco de Borja, Duque de Gandía, Patrón de la Nobleza Española,
con el orgullo de nuestro pasado, la ilusión de nuestro presente, la esperanza de nuestro futuro,
y con una total entrega en cuerpo y alma a la Corona y a nuestra Patria, que la queremos y deseamos unida de por vida,

GRITAD CONMIGO:

¡VIVA ESPAÑA!

¡VIVA EL REY!